En la galaxia, hay el doble de planetas errantes que de estrellas. ¿Qué pasaría si un planeta anillado del tamaño de Neptuno se dirigiera contra la Tierra? En menos de cuatro horas, con la humanidad presa del pánico, la gravedad del planeta errante destrozaría la Luna, desataría corrientes de vientos supersónicos, despertaría todas las fallas y volcanes y, finalmente, haría estallar a la Tierra en pedazos.