
Curro considera que ha llegado el momento de poner las cartas sobre la mesa: confiesa a Alonso sus verdaderos orígenes. María Fernández y Samuel entregan el dinero del jarrón a Catalina y le oculta que han visto a Adriano. La atracción que el sacerdote siente por la doncella es tal que se siente incapaz de controlarla. La férrea defensa que Santos hace de Ana encela a Petra, que le hace ver que no es tan buena madre. Jana sigue queriendo saber la verdad sobre el asesino de su madre, pero tanto Cruz como Leocadia no se lo ponen fácil. La relación entre Curro y Angela es cada vez más cercana mientras que Martina se arrepiente de haber recelado de Jacobo y culpa a Catalina.