Toula tiene treinta años y aún sigue soltera. Decidida a tomar las riendas de su vida, comienza a cuidar su aspecto, cambia sus gafas por lentillas, toma clases de informática y comienza un nuevo trabajo en la agencia de viajes de su tía. Allí conoce a Ian Miller, un chico guapo pero con un gran defecto: no es griego. Cuando empiezan a sonar campanas de boda, Ian tendrá que lidiar con la gran familia griega de Toula y sus tradiciones. Ninguno de los implicados en esta modesta producción (cinco millones de dólares) pudo imaginar previamente a su estreno la gran repercusión comercial que iba a obtener, llegando a superar los 150 millones de dólares de recaudación sólo en los cines de Estados Unidos. De proyecto de cine independiente pasó a convertirse en todo un fenómeno cultural que traspasó fronteras.
