
En un inmenso descampado se alza un viejo edificio habitado por personas de costumbres más bien extrañas, que sólo tienen una preocupación: alimentarse. El propietario es un peculiar carnicero que tiene su establecimiento en los bajos del bloque.
En un inmenso descampado se alza un viejo edificio habitado por personas de costumbres más bien extrañas, que sólo tienen una preocupación: alimentarse. El propietario es un peculiar carnicero que tiene su establecimiento en los bajos del bloque.