Cuando se trata de dar forma a un evento musical para el oído y la vista, la monumental majestad de las sinfonías de Anton Bruckner (1824-1896) y la estimulante monumentalidad del monasterio de San Florián son la combinación perfecta, especialmente cuando son capturadas en una película tan emocionante realizada por un eminente director como Brian Large, en 2012. Bruckner conoció el órgano del monasterio en su infancia y sirvió como organista allí desde 1845 a 1855. Welser-Möst, director principal de la Orquesta de Cleveland y Director General de Música de la Ópera Estatal de Viena, es un reconocido especialista en Bruckner, que ha desarrollado una pasión por la Cuarta Sinfonía del compositor -llamada la ''Romántica'' por él mismo- en su poco frecuente primera edición (1888/89).