Reyes no aparece, pero el operativo de búsqueda propicia la localización de una lancha hundida que va a aportar nuevas claves. Es una lancha de contrabandistas de diamantes africanos, que Fran descubrió buceando. Eran diamantes lo que se traía entre manos. Candela no puede admitir el fracaso en la búsqueda de Reyes o la ralentización de la investigación porque se vaya a celebrar La Bajada, una ceremonia que paraliza la isla cada cuatro años. En su desesperación, busca la complicidad de Díaz quien, como ella, está empeñado en descubrir al culpable. El asesino siente que la investigación se estrecha en torno a él. Piensa en huir, pero aún no ha encontrado los diamantes escondidos por Fran. Y desvía la atención hacia el falso culpable ideal: Díaz.