
El documental comienza con el final de la controvertida tutela que Jamie Spears ejerció sobre su hija, la icónica Britney Spears, desde 2008. Aunque inicialmente pactada hasta 2009, esta tutela se prolongó durante trece años. El movimiento #FreeBritney celebró la liberación de la cantante, pero su regreso a las redes sociales con publicaciones inquietantes y provocativas suscitó nuevas dudas sobre su estado mental. Esto generó una pregunta clave: ¿fue Jamie realmente un villano que se enriqueció a costa de su hija, o trataba de salvarla de sus propias adicciones?