
Un largometraje maldito para Charles Chaplin no sólo por los continuos accidentes que convirtieron su filmación en un auténtico infierno, sino por el relativo éxito comercial de la cinta, algo que no impidió que cosechara un Oscar (aunque realmente se tratase de un premio honorífico al genial cineasta por su incontestable aportación al séptimo arte). Chaplin volvería a montar la película en diversas ocasiones, añadiendo incluso una canción en la que ejerció de solista, y que sin duda aportó una dimensión más emotiva y cercana al espectador a un filme no del todo perfecto, pero lleno de momentos inolvidables, como su persecución inicial, la de los espejos, la lucha de Charlot con los monos sobre el alambre o una prodigiosa escena final.El vagabundo Charlot viaja con un circo ambulante y se enamora de la mujer jinete Merma que está enamorada de un musculoso trapecista. Mientras tanto, le suceden mil y una peripecias.