En Beachwood, Nueva Jersey, un padre recién divorciado regresa con su hijo en coche tras llevarlo al cine cuando cree ver en la carretera un ciervo y logra esquivarlo en el último momento. Tras sufrir un pinchazo baja a cambiar la rueda pero haciéndolo cree sentir algo en la espesura del bosque y ve a unos atacantes a los que golpea intentando proteger al niño. Pero al día siguiente una patrulla de policía lo localiza en su coche totalmente ido y a su hijo Eric Fisher (Braedon Lemasters) inconsciente con varios huesos rotos. La unidad de análisis de conducta se hace cargo del caso y por lo que saben Jack Fisher (Peter MacKenzie), el padre, ingirió LSD a la una de la tarde y el efecto no pasó hasta 18 horas después. Lo más extraño es que en las últimas 24 horas 6 personas más tienen en su cuerpo cantidades de LSD superiores a 20 veces una dosis normal. Gideon está seguro que esas personas nos e colocaron sino que fueron envenenadas. De las 7 victimas una de ellas ha muerto, una anciana de 78 años que salió corriendo a la carretera e ingresó ya cadáver en el hospital. Otra es una niña de 7 años que está muy grave tras caerse de un árbol tras facturarse el cráneo y quedar en un coma del cual los médicos no saben si podrá salir. Las siete personas que han sufrido la intoxicación tienen un denominador común: ninguna de ellas recuerda nada de lo que sucedió ni nada sobre las horas que pasaron después hasta que se les pasó el efecto.