A pesar del enfado de Mauricio con su sobrina, el dueño del bar Reinols decide prestar a Luisma y Macu uno de sus pisos para que puedan iniciar una vida juntos con el bebé. La pareja llega a su nuevo hogar con antelación, desoyendo el aviso de Mauricio, y descubre que la vivienda está completamente amueblada, sorpresa que Luisma y Macu entienden como un regalo del tabernero. Mientras tanto, Chema y Mauricio deciden intercambiar sus puestos de trabajo con el objetivo de saber quién hace mejor el trabajo del otro. Cuando el tendero comienza a encargarse del bar Reinols, descubre que no cuenta con la colaboración de los camareros porque están de parte de Mauricio. Sin embargo, Chema no se queda de brazos cruzados y cambia todos los pedidos de la tienda por polvorones. Por otro lado, Fidel y sus amigos creen que ha llegado el momento de conocer gente nueva. Tras intentarlo por sus propios medios sin obtener ningún resultado, piden ayuda a Jonathan y juntos organizan una fiesta en casa de Aída, que se complica cuando el alcohol comienza a correr entre los invitados.